Y yo con estos pelos » Potsdam 1747

23 10 2011

Y yo con estos pelos » Potsdam 1747.

 

En los comienzos de un domingo cualquiera de octubre -muy en los comienzos-, estaba yo sentado con mi ordenador, buscando bicicletas para un amigo músico y algún programa indefinido sobre fútbol en la tele, sin hacerle caso, lejana, poco interesante…
Y recibo una inesperada invitación del maestro Enrique para escribir en su blog.
Aquí van los puntos suspensivos.
Muchos.
Más.
Me deja fuera de juego, por seguir el hilo del fútbol que no estoy viendo.
Y es que, tanto para quienes conozcan este blog y a Enrique, como para los que no, conviene explicar alguna cosa. El blog tiene una altura intelectual grandísima, pero de la que interesa. Erudición puesta al servicio y al alcance de cualquiera que se interese, bien explicada, sin esnobismos ni tonterías superfluas. Es el reflejo de la personalidad de Enrique: un tipo que sabe muchísimo de Música, de toda la música, y que dedica su vida a poner esa música al alcance de todo el mundo, de una forma sencilla, didáctica e integradora. Es discreto y no presume de lo que sabe; simplemente lo comparte. Llamémosle un “demócrata musical”
Con esa perspectiva, uno no puede más que preguntarse “qué pinto yo aquí?”. Tengo la seguridad de pintar nada, honestamente.
Mi formación y capacidad didácticas son escasas; soy ecléctico, gamberro y outsider. En proceso de creciente crescreimiento sobre los dogmas que han cimentado nuestro concepto de la música. Y aún peor, tengo un pasado de crítico aficionado que me sitúa en el lado oscuro de la fuerza.
Pero tengo un as en la manga, un enchufe que os voy a contar: a Enrique y a mí nos chifla Bach.

Y con eso, no se necesita más. Punto. Fin de la elucubración. Ahora soy miembro de pleno derecho.

Prometo escribir, aunque no me pillaré los dedos diciendo cuándo ni cuánto. Ni mucho menos me comprometeré a escribir cosas interesantes. Eso se lo dejamos a Enrique, que es el que sabe.

Eso sí, concederé derechos de abucheo a lo que escriba. Algo es algo, no?

La batería de este ordenador se está acabando…





Presentando

27 12 2010

Que es gerundio.
Existen tres tipos de nísperos: el níspero frutal, el níspero sexuar y el níspero mental. Por escaso interés obviaremos el primero (además, qué sé yo de los nísperos? Si ni siquiera recuerdo cómo saben…); por motivos evidentes, tampoco hablaremos del segundo. Además, queda feo hablar de lo que a cada uno le salga del níspero sesuar. Entonces, sólo nos queda el tercero, el níspero mental.

Pues sí, mi níspero mental piensa, genera cosas, elucubra, tergiversa, interpreta, deduce… Qué completo! Y en general, está enfadado con el mundo. Fíjate, que la última ocurrencia que ha tenido, ha sido la de abrir un blog para que yo escriba en él lo que a mi níspero mental le dé la realísima gana. Pues me parece cojonudo, para qué nos vamos a engañar.

(Por cierto, que con la última estupidez de la Academia de la Lengua, creo que ya no hay que poner tildes para distinguir un verbo de una preposición, pero me importa un pito: en mi blog, pongo las tildes donde me dé la gana, que para eso es mío, y a mí me mola seguir distinguiendo «de» de «dé».)

A lo que íbamos: ya sé, ya sé que no es nada original lo del blog, ni se pretende. Ya sé que hoy día, abrir un blog es… una vulgaridad. Incluso tengo clarísimo que no lo abro porque piense que a alguien le pueda interesar lo que escribo. Al personal seguramente le importe un bledo lo que aquí se escriba, y me parece bien. No soy tan necio como para creer que el contenido del blog tenga el menor interés para otros distintos de mi níspero y yo.

Pero lo abro porque sí, porque me da la gana, y porque me va a resultar muy divertido colgar en un blog las gilipolleces que me vengan al níspero.

Y de paso, aprendemos a manejar WordPress, que saber cosas nunca sobra.

Venga, un pis y a la cama, que para empezar ya nos hemos extendido mucho.